20 mayo 2009

Escalona: el Intelectual del vallenato romántico y costumbrista.

Rafael Calixto Escalona, compositor colombiano nacido en Patillal (Cesar), el 27 de mayo de 1927 murió el pasado miércoles 13 de mayo a sus 81 años, dejando en la memoria de muchos, clásicos como “La casa en el aire”, “La Patillalera”, “La vieja Sara”, “Jaime Molina” y “El Testamento”.

En su larga carrera como compositor, se le atribuyen al menos 200 canciones, de ellas, unas 40 inéditas que son el resultado de relacionar las crónicas con las lecturas del periódico que hacía su padre, el coronel Manuel Clemente Escalona y el contexto cultural y social de su región, lleno de iletrados y descalzos campesinos que se traducen en maravillosos cantantes de historias. Sus hijos, sus amigos, los paisajes de su tierra, los animales, los sucesos a su alrededor, la política lo inspiraron. Por eso, ‘Gabo’, le decía admirándolo: “Tú le cantas a todo el mundo”, no solo popularizando el vallenato, sino ‘arrastrandó’ a otros intérpretes que permanecían en el olvido. Y afirmaba, “la música está hecha, es de Dios y los hombres la agarramos”.

En los 90 Carlos Vives, quien interpretó al maestro en la serie de Caracol Televisión ‘Escalona’, dio a conocer a nuevas generaciones las composiciones del maestro, que luego llevó a todos los rincones de Colombia y a decenas de países de América y Europa a través de conciertos con su agrupación La Provincia, Escalona en un principio aceptó a regañadientes que un rockero mechudo lo encarnara, después no sólo lo aceptó, también lo aplaudió.

Admirado en la Costa por haber contribuido a la fundación de Cesar como departamento y de ser uno de los artífices del Festival Vallenato, las letras de sus cantos se convirtieron en parte de la jerga cotidiana de los pueblos: “Yo le bautizo el pelao” (de El Villanuevero), “el ratero honrado” (de La Custodia de Badillo) e incluso algunas de sus frases, como “la casa en el aire” las repicaron y repican en sus titulares los diarios nacionales.

Amante de la música llanera, la mexicana y los valses de Strauss, era implacable con los vallenatos modernos a los que tildaba de “lloriqueos que parecen baladas, rancheras con sandeces”. E incluso criticaba a Diomedes Díaz, de quien decía: “Sus canciones suenan dos o tres meses y desaparecen. Pero las mías, y no es que sea ego centrista, tienen 50 años sonando”.
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“No hay hijo que no reconozca, ni whisky fino al que le haga asco, ni mujer a la que le niegue un piropo, un verso o un canto improvisado.” Escalona

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