A la luz de la luna caminé contigo,
Y mientras, tu risa se volvía mi abrigo,
Mis visiones jugaban con tu cuello,
Mis dedos anhelaban tu cabello,
Y tú, con esa esencia diáfana,
Tu mirada en estado de nirvana,
Tu boca un tanto azucarada,
Tú figura un tanto más inmaculada,
Hacían de mi respiración algo desbordada,
Y de mi cabeza; aunque ágil, cosa clausurada,
A mi corazón, en un buen pálpito convirtió,
Y tú aroma, más que como un hechizo admitió,
Te digo; he quedado deslumbrado y encantado,
Por encontrarte a ti; el mejor sueño humanizado.
AC