Son muchos los factores que vinculan la preocupación de los (diseñadores) latinos por su identidad, pero el origen axiomático de este afán, está arraigado al atraso tecnológico y a la baja relevancia política a nivel mundial de nuestras sociedades, lo que desencadenó la reducción de ofertas en el mercado global, dejando como única opción el uso de nuestra identidad, de esta cultura, que hoy se vislumbra como puerta para el mercado globalizado, ofreciendo algo que nadie más tiene; nuestra esencia.
Sin embargo; si es un tema tan relevante, que viene desde los años 70 con sus cambios ideológicos, que luego mutaron en los 90 a razón de la globalidad y que desde principios del neo siglo, absorbe más el matiz económico del que surge; ¿Por qué los resultados no son directamente proporcionales al casi medio siglo que se ha invertido en la temática?, ¿Por qué el impacto del diseño latino (con su identidad), no ha sido tan avasallante como quisiéramos y como día tras día nos hemos imaginado que debería ser?.
Justo en este paraje es cuando se torna cuestionable la idea de trabajar la identidad latina a razón de los resultados del análisis del clima, sus sublimes paisajes, y los elementos de fauna y flora que constituyen nuestros ecosistemas, si bien es irrefutable que estos condicionaron nuestros comportamientos, la conjunción de estos componentes no se traduce en nuestro reflejo, es decir, no es lo que somos; es incoherente desde la perspectiva del diseño, entender la identidad de Latinoamérica como un conglomerado de clorofila y especies animales, cuando la constante para definir a las sociedad nunca han sido sus entornos, sino sus comportamientos, aquellos que delinean realmente a las personas, sus acciones y reacciones frente a lo que los rodea; es bajo este orden de ideas, exacto el punto en cual el tema de identidad deja de ser una cuestión de contextos naturales y se convierte en un asunto de detalles conductuales, el mismo punto, en el que se debe abandonar la loca idea de abstraer del medio ambiente caracteres humanos que no posee, que solo las personas tienen, y que nos hace diferentes del resto del seres del planeta, incluso entre nosotros mismos, a fin de cuentas, esa diferenciación es la identidad, entonces, ¿para que buscarla en donde no está?.
El diseño escandinavo, italiano y catalán, son inconfundibles alrededor del mundo, sus formas, procesos y objetivos se han convertido en ejemplo para muchos, han logrado trascender en el espacio y el tiempo perpetuándose como cumbres de diseño a nivel mundial, han desarrollado una identidad material que se conserva en sus productos y los hace distinguibles en medio del océano de objetos que nos rodean: pero que no se confunda esta identidad material o de producto que han logrado generar, con identidad cultural; nuestros objetivos no radican en identificación de productos a nivel mundial, sino en el reconocimiento de nuestra cultura como parte importante del contexto global y comercial, volviendo a lo mismo; el éxito de la tarea latina radica en la venta y propagación de cultura y costumbres y no de productos en si, a pesar de que sean el elemento a través del cual se lleve a cabo.
Nuestra tarea está en observar detalles conductuales de nuestras sociedades y volverlas tangibles a través de productos, quizá así salgamos de esta brecha de tiempo que nos ha mantenido marginados a los imaginarios del resto de la civilización y nos ha relegado a los pensamientos humillantes y degradantes de aquellos que no conocen nuestra esencia. AC.
Sin embargo; si es un tema tan relevante, que viene desde los años 70 con sus cambios ideológicos, que luego mutaron en los 90 a razón de la globalidad y que desde principios del neo siglo, absorbe más el matiz económico del que surge; ¿Por qué los resultados no son directamente proporcionales al casi medio siglo que se ha invertido en la temática?, ¿Por qué el impacto del diseño latino (con su identidad), no ha sido tan avasallante como quisiéramos y como día tras día nos hemos imaginado que debería ser?.
Justo en este paraje es cuando se torna cuestionable la idea de trabajar la identidad latina a razón de los resultados del análisis del clima, sus sublimes paisajes, y los elementos de fauna y flora que constituyen nuestros ecosistemas, si bien es irrefutable que estos condicionaron nuestros comportamientos, la conjunción de estos componentes no se traduce en nuestro reflejo, es decir, no es lo que somos; es incoherente desde la perspectiva del diseño, entender la identidad de Latinoamérica como un conglomerado de clorofila y especies animales, cuando la constante para definir a las sociedad nunca han sido sus entornos, sino sus comportamientos, aquellos que delinean realmente a las personas, sus acciones y reacciones frente a lo que los rodea; es bajo este orden de ideas, exacto el punto en cual el tema de identidad deja de ser una cuestión de contextos naturales y se convierte en un asunto de detalles conductuales, el mismo punto, en el que se debe abandonar la loca idea de abstraer del medio ambiente caracteres humanos que no posee, que solo las personas tienen, y que nos hace diferentes del resto del seres del planeta, incluso entre nosotros mismos, a fin de cuentas, esa diferenciación es la identidad, entonces, ¿para que buscarla en donde no está?.
El diseño escandinavo, italiano y catalán, son inconfundibles alrededor del mundo, sus formas, procesos y objetivos se han convertido en ejemplo para muchos, han logrado trascender en el espacio y el tiempo perpetuándose como cumbres de diseño a nivel mundial, han desarrollado una identidad material que se conserva en sus productos y los hace distinguibles en medio del océano de objetos que nos rodean: pero que no se confunda esta identidad material o de producto que han logrado generar, con identidad cultural; nuestros objetivos no radican en identificación de productos a nivel mundial, sino en el reconocimiento de nuestra cultura como parte importante del contexto global y comercial, volviendo a lo mismo; el éxito de la tarea latina radica en la venta y propagación de cultura y costumbres y no de productos en si, a pesar de que sean el elemento a través del cual se lleve a cabo.
Nuestra tarea está en observar detalles conductuales de nuestras sociedades y volverlas tangibles a través de productos, quizá así salgamos de esta brecha de tiempo que nos ha mantenido marginados a los imaginarios del resto de la civilización y nos ha relegado a los pensamientos humillantes y degradantes de aquellos que no conocen nuestra esencia. AC.