10 febrero 2010

Que me disculpen los religiosos

Que disculpen los religiosos,
que disculpen los humildes,
que disculpen los que no son diseñadores,
que disculpen aún más los humildes religiosos que no son diseñadores.

Hace un tiempo, en las clases de Master de diseño de la Universidad de Palermo, se presentó una discusión entre profesor y estudiante en la que se trataba de establecer los límites del rol desempeñado por los diseñadores en las sociedades. A pesar que han pasado meses desde aquella discusión, el desacuerdo y la no concertación aún siguen latentes, esta es la razón de este texto.

Todo empezó cuando, a manera de mensaje adicional, inicie la redacción de la tesis de Master con el siguiente párrafo:

Esta tesis además de los objetivos que más adelante encontrarán, también tiene la intención de hacer un llamado a los diseñadores de las diferentes áreas e invitarlos a la reflexión sobre las sociedades latinas, las identidades de las mismas y como estas deberían ser los repertorios principales de nuestras creaciones, las cuales más adelante se convertirán en parte de una historia social, y como consecuencia estarán destinadas a configurar parte del porvenir.

Quizá, afirmar que el diseño está destinado a configurar el porvenir y marcar la historia de las sociedades, es demasiado fuerte y pretencioso; como parafraseó aquel profesor; es glorificar el diseño y proporcionarle de carácter divino a los diseñadores.

Pero si bien, los diseñadores no son dioses, la responsabilidad que estos tienen es casi de orden celestial. Tener en las manos el mejoramiento de la calidad de vida y solución a millones de suplicas y necesidades alrededor del mundo es algo que no cualquier práctica profesional puede hacer a través de sus creaciones, y cuyo detallado proceder repercute de alguna manera en la vida de miles de personas ya sea positiva o negativamente.

El maestro Ettore Sottsass solía decirle a Alberto Alessi (el empresario que en los 80 redefinió los objetos cotidianos): "No olvides nunca que tu actividad te da una gran responsabilidad de naturaleza cultural: por llenar el mundo con decenas de millones, millones de millones de objetos, todos ustedes, industriales, tienen una enorme influencia, en el bien y en el mal, sobre nuestro desarrollo cultural porque contribuyen, a dar una forma a nuestra sociedad, a determinar la calidad de nuestra vida."

Si se entiende la historia como la ciencia que permite comprender los sucesos en una sociedad, es de resaltar en esta disciplina, el hecho de entender el entorno cultural de las sociedades como parte principal de la historia en si, por eso, cuando la arquitecta Diana Cabeza, señala que "el diseño en la ciudad encarado en forma global, con sentido comunitario y con conciencia de construir una historia y tradición viva, funciona como un elemento integrador y de identidad, con él se va construyendo el patrimonio cultural." se deduce que con el diseño, no se hace más que construir historia.

Entonces que no sea raro pensar en las repercusiones del diseño, (y no en el diseño en sí,) con un toque de divinidad, porque no es un secreto, ni es nada nuevo que las respuestas de diseño si configuran la historia y el porvenir, ya que se convierten en el contexto en el que se desenvuelve la vida de las masas poblacionales, a veces buenos (el contexto y por ende la vida)… a veces no tanto.

… cuiden celosamente el hecho de diseñar, es un tesoro que no es para cualquiera, vanaglórienlo, enaltézcanlo y venérenlo con la divinidad que se merece, porque con él, están construyendo la vida de millones de personas.

PD: Si con el diseño se construye historia; si es así diseñadores; no sigan construyendo historia europea en tierras latinoamericanas… Amén // AC.